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Nueva
visita al género de submarinos:
U-571, de Jonathan Mostow
Al
final de mi reseña sobre Mar cruel,
de Nicholas Monsarrat, hacía
alusión a la falsificación histórica perpetrada por
Jonathan Mostow en su última película, U-571, y a
la irritación que tal circunstancia ha provocado en amplios sectores
del público inglés. Para quienes desconozcan los pormenores
del incidente, conviene aclarar que este reciente filme norteamericano
atribuye el mérito de una hazaña bélica real —la
captura de una máquina criptográfica alemana “Enigma”
y de sus códigos, vitales para las operaciones militares de los
ejércitos nazis— a los abnegados tripulantes
de un submarino norteamericano, cuando en realidad fue protagonizada por
marinos británicos.
No
hay duda de que éste es un claro ejemplo de manipulación
de la realidad histórica, un fenómeno al que el cine, y no sólo el de gran espectáculo, parece estar abonado en los últimos tiempos (en esta misma sección he comentado dos casos muy diferentes, como los de Gladiator y Muertos comunes). Ahora bien, no sería sensato que
el recelo que provoca semejante pecado —por lo demás frecuentísimo
en el cine, y no sólo en el norteamericano— impidiera una ecuánime
valoración de los méritos de esta película. A este
respecto, he de reconocer que me siento muy tentado a la generosidad,
pues la película de Mostow se muestra como una digna heredera de
uno de los subgéneros cinematográficos más entrañables
para los aficionados al cine bélico, el de las películas
“de submarinos”.
Qué mejor escenario que las grasientas tripas de un sumergible
para lograr plenamente algunas de las características del cine
que a muchos nos gusta ver: tensión dramática, plasticidad,
identificación del espectador con los personajes, emoción
en estado puro, en suma.
En efecto, el espacio cerrado y claustrofóbico de un submarino
constituye un universo a un mismo tiempo limitado y complejo, lo cual
favorece la aparición y desarrollo de la tensión dramática1.
Por otra parte, el interior de una de estas enormes bestias metálicas
proporciona a las imágenes una textura casi orgánica, endoscópica,
derivada tanto de la inevitable limitación en el horizonte de la
cámara como del extrañamiento y consiguiente fascinación
que provoca su constitución mecánica, esa intrincada maraña
de diales, tuberías, válvulas y motores2.
Finalmente, cualquier espectador, por muy insensible que sea, o por mucho
que odie la causa representada por los tripulantes de un sumergible, no
puede ser indiferente ante su destino, ante la angustia de unos hombres
atrapados dentro de una frágil cáscara de acero, que constituye
al mismo tiempo su única fortaleza y el indiferente instrumento
de su siempre probable destrucción3.
Todas
las características dibujan un subgénero cinematográfico
muy singular, con una tradición algo errática e inconstante,
pero en todo caso de una calidad nada desdeñable4,
que ofrece al espectador una estricta codificación y, por tanto,
unas señas de identidad fácilmente reconocibles, a las cuales
puede entregarse con apasionamiento5.
Así pues, ¡cómo podríamos negarnos los aficionados
a disfrutar de la más reciente muestra del género!, incluso
aunque su director practique con entusiasmo digno de mejor causa la falsificación
histórica, ofendiendo así la memoria de los marinos que
alfombran con sus huesos los fondos del Atlántico Norte.
La dosis masiva de adrenalina concentrada que Mostow nos proporciona en
su película nos hace más fácil perdonarle y olvidar
la tan desagradable tendencia del cine made in Hollywood a deglutir
cualquier hecho histórico, convirtiéndolo en poco más
que una alimenticia pasta patriótica.
Porque
lo cierto es que U-571 es un filme dramático y tenso, cuyo
argumento, lleno de vaivenes y sorpresas, no deja reposar al espectador
durante un solo segundo a partir del minuto veinte. Recordémoslo
brevemente: el sumergible norteamericano S-33 recibe la orden de “disfrazarse”
de U-Boot alemán, a fin de abordar el U-571, un submarino nazi
que ha quedado averiado, y de este modo hacerse con la máquina
“Enigma” que le permite captar y transmitir mensajes codificados.
Los marinos norteamericanos capturan el buque enemigo y sus secretos,
pero entonces se ven sorprendidos por otro sumergible alemán que
acudía en ayuda del primero, lo cual supone que los planes iniciales
se vean seriamente comprometidos...
La
historia está narrada a partir de una clara voluntad de realismo
(a veces casi arqueológico), que se hace patente en una puesta
en escena caracterizada por una poderosa ficisidad: interiores húmedos
y cochambrosos, confusión lingüística (hay secuencias
donde lo único que se oye es el agónico griterío
de los hombres afanados en un combate a muerte), imágenes sincopadas,
violencia directa. Por todo ello, U-571 se parece más a
la magnífica El submarino, la película que abrió
a Wolfgang Petersen las puertas del cine yanqui, que a otros filmes norteamericanos
más recientes, tales como La caza del Octubre Rojo y Marea
roja, más centrados en la descripción de los personajes
y en sus conflictos, con una ambientación más sofisticada
(también más anónima) y un argumento mucho más
especulativo.
En
cualquier caso, U-571 no olvida el dibujo de los personajes, si
bien sus rasgos y sus relaciones mutuas no destacan precisamente por la
novedad: los americanos son hábiles e ingeniosos; los británicos,
astutos y audaces; los alemanes, ¡cómo no!, crueles y, sobre
todo, fanáticos. Aunque el espectador no tiene la oportunidad de
asistir a enfrentamientos de personalidades tan apasionantes como los
que sucedían en Duelo en el Atlántico (Robert Mitchum
y Curd Jurgens) o en Marea roja (Gene Hackman y Denzel Washington),
al menos queda interesado por la convincente evolución del protagonista
(el teniente Andrew Tyler, encarnado por Matthew McConaughey, un actor
que nunca parece decidirse a ser la gran estrella que siempre se nos viene
prometiendo). La trayectoria del segundo oficial del S-33 permite interpretar
la película no tanto en clave exclusivamente épica y patriótica,
sino más bien como un símbolo de la deshumanización
inherente a todas las guerras: el oficial, que aprecia a sus hombres y
es querido por ellos,
pero que arrastra la rémora de un carácter algo indeciso,
acaba sacrificándolos, enviándolos a una muerte segura (véase
la dramática secuencia en que un marinero cierra un conducto neumático
en la sala de torpedos, en un gesto de sacrificio que constituye uno de
los leit-motiv más característicos del cine de submarinos),
con tal de hacerse acreedor a la categoría de oficial enérgico
y competente, que le supondrá en el futuro el mando de su propio
barco.
Pero ni McConaughey ni el resto del reparto —destaquemos a Harvey
Keitel, bastante más desvaído que de costumbre,
a Jon Bon Jovi, que ciertamente no desenvuelve mal como actor, y a los espléndidos
Bill Paxton6 y Thomas
Kretschmann, quienes encarnan, respectivamente, a los capitanes de los
submarinos S-33 y U-571— logran elevar la película
por encima de lo que yo creo que es su principal defecto: una cierta sensación
de mediocridad, de falta de convicción o rotundidad,
que no se salva ni siquiera por sus indudables hallazgos: secuencias de
suspense verdaderamente eléctrico, como el abordaje del U-571 por
los tripulantes del S-33, brillantes escenas subacuáticas, como
la explosión del submarino alemán de rescate —la imagen
muestra cómo la nave se desencuaderna y se abre en toda su longitud—
o las forzadas perspectivas de los submarinos, que los hacen parecer monstruos
marinos, leviatanes terribles y amenazadores.
Aunque, si bien se mira, todo esto es hilar demasiado fino. Hace poco volví a ver la película en DVD, y me dejó tan pegado a la butaca como la primera vez. No es que U-571 sea una cumbre del séptimo arte, pero no hay duda de que se trata de una película muy digna, que tal vez no brille a la altura de los mejores ejemplos del género (¡es que McConaughey tiene que competir con el recuerdo que los aficionados guardan de actores míticos como Humphrey Bogart, John Wayne, Cary Grant, Burt Lancaster, Clark Gable, Sean Connery o Gene Hackman, vaya nómina!), pero que no resulta nada indecorosa a su lado.
Notas
1.
La limitación del espacio y su carácter cerrado, infranqueable
y hostil son características que permiten relacionar este subgénero
con una amplia tradición de formas artísticas aparentemente muy lejanas entre sí:
desde el teatro clásico (unidad de lugar, tiempo y acción),
hasta la moderna ciencia-ficción poblada de naves gigantescas (Alien,
The Black Hole, Event Horizon), pasando por la novela gótica
y el cuento de terror, con sus habituales “casas cerradas” donde
se concentran personajes atribulados y variados horrores. «
2. Esta textura orgánica y el
consiguiente extrañamiento de las imágenes nos permiten
aventurar algunos paralelismos. En ese sentido, el submarino y la selva
no son escenarios cinematográficos tan diferentes como pudieran
parecer a primera vista. Allí donde la jungla abruma con
su pavorosa exuberancia vegetal, el submarino impresiona por la variedad
e incognoscibilidad de su maquinaria; allí donde la selva propaga
el hedor de su incesante putrefacción, el submarino exhala en abundancia
el humor acre de la grasa, el sudor y el miedo; si la floresta tropical
propicia un confuso juego de luces y sombras, el submarino constituye
un reino claustrofóbico de focos mortecinos y amenazadoras oquedades.
«
3.
Destino que no tiene nada de ficticio y que constituye un riesgo muy real,
como ha puesto de relieve la pérdida del sumergible ruso Kursk.
La atención que ha suscitado este accidente entre los medios de
comunicación y la opinión pública internacional pone
de relieve, más que cualquier análisis semiótico,
los perfiles dramáticos, trágicos en todos los sentidos
de la palabra, de las historias de submarinos. «
4. Algunos títulos fundamentales,
por orden cronológico: Acción en el Atlántico
Norte / Action in the North Atlantic (Lloyd Bacon,
1943), Destino Tokio / Destination Tokyo (Delmer Daves,
1943), Tiburones de acero / Crash Dive (Archie Mayo,
1943),
La flota silenciosa / Operation Pacific (George Waggner,
1951), Torpedo alley (Lew Landers, 1953), El diablo de las
aguas turbias / Hell and high water (Samuel Fuller, 1954), Duelo
en el Atlántico / The enemy below (Dick Powell, 1957),
Comandante Prien U-47 / U47 - Kapitänleutnant Prien (Harald
Reinl,
1958),
El último torpedo / Torpedo run (Joseph Pevney,
1958),
Torpedo / Run Silent, Run Deep (Robert Wise, 1958), Infierno
bajo las aguas / Up periscope (Gordon Douglas, 1959), Operación
Pacífico / Operation Petticoat (Blake Edwards, 1959),
¡Que vienen los rusos! / The russians are coming, the
russians are coming (Norman Jewison, 1966), El submarino /
Das Boot (Wolfgang Petersen, 1981), Abyss (James Cameron,
1989), La caza del Octubre Rojo / The hunt for Red October
(John McTiernan, 1990), Marea roja / Crimson Tide (Tony
Scott, 1995), Abajo el periscopio / Down periscope (David
S. Ward, 1996), K-19: The Widowmaker (Kathryn Bigelow, 2002).
Los fanáticos del género pueden encontrar una recopilación
exhaustiva de títulos en la sección correspondiente
de la
U-Boat.net.
«
5.
De hecho, el subgénero de submarinos es muy consciente de su entidad
y de su tradición, lo cual hace posible tratamientos humorísticos
—Operación Pacífico, ¡Que vienen los rusos!—
o claramente paródicos —por ejemplo, el de la divertidísima
Abajo el periscopio—, así como la incorporación de
citas y guiños cinéfilos, como el que aparece en una de
las secuencias iniciales de Marea roja, en la que los oficiales
del USS Alabama matan el rato, antes de embarcar, con adivinanzas
a propósito de Duelo en el Atlántico y sus protagonistas.
Por otra parte, este subgénero no es el único donde opera
eso que he denominado “estricta codificación”. Si pensamos,
y no es el único ejemplo válido, en la serie de películas
de James Bond, comprobaremos que todos sus rasgos fundamentales —las funciones
y características de los personajes, los escenarios, los títulos
de crédito, la música, los diálogos...— están
definidos ya de antemano, lo cual favorece la fidelidad de los aficionados
a los nuevos títulos, si bien dificulta que determinados espectadores
disfruten de ellos. Con el subgénero de submarinos pasa en
gran medida lo mismo; una buena amiga mía me dijo hace años,
hablando sobre nuestros respectivos gustos y aficiones, que ella no podía
soportar las películas “donde no aparecen mujeres”. No
es una mala definición del subgénero que ahora nos ocupa,
aunque tenga también, como toda regla, sus excepciones (Operación
Pacífico, entre ellas). «
6.
El pobre Bill Paxton me parece un actor completamente desaprovechado,
casi siempre en papeles marginales que no hacen justicia a su capacidad.
Pero es un intérprete que ha dado sobradas muestras de un gran
talento. Cómo no recordar su papel en Mentiras arriesgadas
de James Cameron, donde representa con magnífica vis cómica
al vendedor de coches usados, canalla, mentiroso y cobarde, que intenta
conquistar a Jamie Lee Curtis; o su conmovedora caracterización
(esta vez como protagonista) de un contable envuelto en una abrumadora
trama de ambición y crímenes, en Un plan sencillo,
la estremecedora película de Sam Raimi. Y a juzgar por lo visto en Escalofrío,
su primera película en labores de dirección, se trata también de un cineasta
de indudable capacidad. «
Para saber más
Los muchos fans de las películas de submarinos y los interesados
en obtener información más completa sobre U-571 y
las máquinas Enigma pueden consultar las siguientes fuentes:
Página
oficial de U-571. Enorme cantidad de información sobre
la producción, el reparto y las muchas vicisitudes del rodaje
de esta película. La sede web original también está
disponible en
castellano.
- Los incondicionales del filme disfrutarán con la versión
en DVD, que contiene multitud de detalles sobre el rodaje, los efectos
especiales y demás. Muy recomendable.
- Uboat.net:
sede web dedicada a los submarinos alemanes, con abundantísima
y muy bien organizada información sobre su historia, organización
y combates. La web Submarinos,
como su propio nombre indica, también es de gran interés
(además está en castellano).
- Como siempre, remito a los interesados en todas las facetas del séptimo
arte a la Internet Movie
Database, auténtico filón de datos. Las miniaturas
de los carteles que ilustran en esta página las he sacado de
allí (no sé si habré vulnerado algún copyright,
pero si es así, que alguien me lo comunique, por favor).
-
Enigma and the Codebreakers. En esta sección de la sede
web del Imperial
War Museum británico se narra la verdadera historia de
la máquina criptográfica “Enigma” y del desciframiento
de sus códigos. Basándose en esta historia escribió
Robert Harris Enigma (Barcelona, Plaza y Janés, 1997),
una magnífica novela que ha sido llevada al cine por el director
Michael Apted.
Última actualización de la página:
6-12-2005
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